¿Por qué cada vez tenemos más casos del virus del Nilo Occidental en España?

Para responder a esa compleja pregunta, primero hay que conocer al protagonista de esta historia. El virus del Nilo Occidental afecta a las aves y es transmitido por mosquitos del género Culex. La transmisión se produce cuando un mosquito se alimenta de la sangre de un ave infectada y lo transmite a través de su saliva al alimentarse de otra ave. Sin embargo, estos mosquitos infectados pueden también picar a un ser humano o a un caballo. En estos últimos casos, como en la mayoría de mamíferos, el virus no es capaz de replicar lo suficiente para transmitirse a un nuevo mosquito en caso de que este se alimentase de su sangre, pero sí que puede llegar a producir una enfermedad conocida como la fiebre del virus del Nilo Occidental. La mayoría de las infecciones en humanos son asintomáticas (aproximadamente el 80%), el 19% cursa con síntomas leves (dolor de cabeza, fiebre, malestar general, erupciones cutáneas, vómitos, cansancio) y menos del 1% sufre las formas más graves de la enfermedad pudiendo producir encefalitis, y otras afecciones neurológicas. Aproximadamente el 17% de estas infecciones más graves pueden producir la muerte de las personas.

El virus del Nilo Occidental se descubrió en una mujer con síndrome febril en el distrito West Nile de Uganda en 1937. Precisamente de ahí radica su verdadero nombre, virus West Nile, aunque en España se traduce como virus del Nilo Occidental, nombre que se ha popularizado. Desde los años 60 se venían registrando casos de infección esporádica en Europa, unos pocos casos de infección se producían en lugares muy distantes geográficamente, un año se registraban unos pocos casos en Francia y, varios años más tarde, en Italia o Rumania, no registrándose casos durante largos periodos de tiempo. Sin embargo, esta situación empezó a cambiar a finales del siglo XX, cuando el virus parece que fue capaz de mantener su circulación durante el invierno en Europa y resurgir a la primavera siguiente. De este modo, a principios del siglo XXI el virus ya era endémico en países del sur de Europa como Italia, Grecia o España. Desde entonces, su distribución se ha ido expandiendo hacia áreas cada vez más al norte, llegando a países como Alemania o Países Bajos, y recientemente, registrándose su presencia en Reino Unido.

Las primeras evidencias de la circulación del virus del Nilo Occidental en España se obtuvieron a principios del milenio, cuando entre 2003 y 2004 se detectaron anticuerpos frente al virus en aves residentes de Andalucía así como las primeras infecciones en aves. En 2004 se detectó un primer caso en una persona que había veraneado en Extremadura. Los casos de infección en humanos fueron muy esporádicos hasta que en el 2020 se produjo un primer gran brote con 77 casos de infección grave y 8 fallecidos. En los años siguientes, el número de casos fue menor, pero en 2024 se produjo un nuevo brote importante con 158 casos graves y 20 fallecidos. En estos casos, la mayoría de los casos se concentraron en Andalucía y Extremadura, aunque en los últimos años también se han registrado casos de infección local en Catalunya, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Valencia. Durante el año 2024, se registraron en Europa 1326 casos de infección grave en un total de 19 países.

Distribución en Europa de los casos de infección por el virus del Nilo Occidental en humanos durante el 2024. Fuente: ECDC.

Llegados a este punto, podemos retomar la pregunta que daba inicio a este artículo, esto es, ¿cuáles son las causas que explican este aumento de la incidencia del virus del Nilo Occidental? Los estudios que hemos realizado durante las últimas dos décadas para entender la circulación de este virus nos indican la importancia que el clima tiene sobre su circulación. Nuestras investigaciones con aves silvestres y caballos confirman que los inviernos más templados favorecen la circulación del virus y tras inviernos con temperaturas más elevadas se registra una mayor incidencia del virus en el verano siguiente. Del mismo modo, temperaturas más elevadas en verano se asocian a un mayor número de casos graves de infección por virus del Nilo Occidental en Europa y se asocian a la presencia de las principales especies vectores de este virus en Europa. Los análisis realizados a nivel europeo indican que, debido al cambio climático, las áreas de Europa expuestas al virus del Nilo Occidental han aumentado en las últimas décadas.

Los estudios realizados sobre el comportamiento alimentario de los mosquitos nos han permitido identificar a cuatro especies de mosquitos como los principales vectores del virus en España: Culex perexiguus, Culex pipiens, Culex laticinctus y Culex modestus. Estas cuatro especies son autóctonas, presentes en España de toda la vida. Hay quien ha buscado culpables entre las especies alóctonas, y en muchas webs se puede encontrar información indicando que los brotes de fiebre del Nilo Occidental en Andalucía son el resultado de la invasión por una especie de mosquito exótica de origen asiático (Aedes japonicus). Esta información es totalmente falsa, ya que esta especie solo se ha registrado en el norte de la Península Ibérica y, por lo tanto, no tiene nada que ver con los brotes en el sur de España. No obstante, esta circunstancia representa a la perfección como una mentira repetida muchas veces se puede convertir en una verdad para muchos buscadores en la red y boots de inteligencia artificial.

Hembra de Culex pipiens (derecha) y Culex perexiguus (izquierda), dos especies de mosquitos considerados los principales vectores del virus del Nilo Occidental en Andalucía. Fuente: Álvaro Solís (EBD-CSIC).

¿Cómo podemos reducir la incidencia del virus del Nilo Occidental? Este virus se ha convertido en un reto para la salud pública en Europa y requiere de respuestas integradas para mejorar su vigilancia y control. Tras la erradicación de la malaria en Europa en la segunda mitad del siglo XX se dejó de prestar atención al control de las poblaciones de mosquitos. Sin embargo, la emergencia de distintas enfermedades transmitidas por mosquitos hace necesario adoptar medidas para el control de las poblaciones de estos insectos en el entorno de las zonas habitadas. Para ello es necesario recuperar los servicios y programas de control de mosquitos, actuando durante todo el año para reducir su presencia en las zonas urbanas y su entorno. Hay que mejorar el diseño de las infraestructuras de gestión de aguas urbanas, tales como los imbornales, para evitar que los mosquitos puedan reproducirse en ellas. Es importante mejorar el uso racional y efectivo de los biocidas autorizados. Las administraciones deben tomar conciencia de la importancia de estos programas y de que la lucha contra los mosquitos se libra durante todo el año. Es importante que como ciudadanos nos impliquemos en el control de mosquitos, evitando que encuentren en nuestra vivienda y su entorno acumulaciones de agua para reproducirse. Cualquier recipiente, piscina descuidada o desagüé obstruido es susceptible de retener agua donde los mosquitos pueden poner sus huevos y desarrollar sus larvas. Pero también es necesario recuperar las poblaciones de los predadores naturales de los mosquitos, ya sean aves como las golondrinas, aviones, vencejos o los murciélagos, de los que a menudo se destruyen sus nidos y refugios en las zonas urbanas, a pesar de estar protegidos por la ley. Por desgracia, las herramientas de las que disponemos en la actualidad no nos permiten pensar en la erradicación del virus en el futuro próximo. Necesitamos nuevas herramientas para mejorar el control de los mosquitos, para reducir la incidencia del virus en las aves y para proteger a la población humana.

El virus del Nilo Occidental y otras enfermedades emergentes transmitidas por vectores, como los mosquitos, flebótomos y garrapatas, representan un reto global para la salud pública. Un reto que además de estrategias y acciones a nivel internacional, requiere también de respuestas a escala local para reducir su impacto sobre la salud de la población, la actividad económica y la conservación del medio ambiente.

Para saber más

CCAES 2025. Meningoencefalitis por virus del Nilo occidental en España. Resumen de la temporada 2024. Evaluación rápida de riesgo. Ministerio de Sanidad, Dirección General de Salud Pública y Equidad en Salud. Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, 31 enero 2025. https://www.sanidad.gob.es/areas/alertasEmergenciasSanitarias/preparacionRespuesta/docs/20250131_ERR_Nilo_Occidental.pdf

ECDC (2024) Surveillance of West Nile virus infections in humans and animals in Europe, monthly report. https://www.ecdc.europa.eu/en/infectious-disease-topics/west-nile-virus-infection/surveillance-and-disease-data/monthly-updates

ECDC (2025) West Nile virus Infection. https://www.ecdc.europa.eu/en/west-nile-virus-infection

Erazo, D., Grant, L., Ghisbain, G. et al. (2024) Contribution of climate change to the spatial expansion of West Nile virus in Europe. Nat Commun 15, 1196. https://doi.org/10.1038/s41467-024-45290-3

Figuerola, J., Jiménez-Clavero, M. Á., Ruíz-López, M. J., Llorente, F., Ruiz, S., Hoefer, A., Aguilera-Sepulveda, P., Jiménez-Peñuela, J., García-Ruiz, O., Herrero, L., Soriguer, R.C., Fernández-Delgado, R., Sánchez-Seco, M.P., Martínez de la Puente, J. & Vázquez, A. (2022). A One Health view of the West Nile virus outbreak in Andalusia (Spain) in 2020. Emerging Microbes & Infections, 11(1), 2570–2578. https://doi.org/10.1080/22221751.2022.2134055

Magallanes, S., Llorente, F., Ruiz-López, M.J., Martínez-de la Puente, J., Ferraguti, M., Gutiérrez-López, R., Soriguer, R., Aguilera-Sepúlveda, P., Fernández-Delgado, R., Jímenez-Clavero, M.A. & Figuerola, J. (2024) Warm winters are associated to more intense West Nile virus circulation in southern Spain. Emerging Microbes & Infections 13:1. https://doi.org/10.1080/22221751.2024.2348510

Imagen destacada: Hembra de Culex pipiens picando a Mikel A. González (tomada por él mismo). 

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