Cremas solares: entre la protección humana y el riesgo ambiental

Radiación UV

España es uno de los países europeos con mayor exposición a la radiación ultravioleta (UV). En verano, los índices UV superan habitualmente el nivel 8 (muy alto según la OMS) en muchas regiones, especialmente en el sur y zonas costeras. Disfrutamos de muchas horas de sol al año, más de 2.500, y en regiones como Andalucía o Canarias se superan las 3.000 horas.

El sol nos aporta energía y bienestar, sin embargo, los efectos de esta intensa exposición solar son evidentes en la salud pública: los casos de melanoma, la forma más grave de cáncer de piel, han aumentado sostenidamente en los últimos años. Según los informes de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), y de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), entre 2019 y 2024, se ha registrado un incremento del 37% en el número de nuevos diagnósticos, pasando de unos 17.000 casos (alrededor de 10.000 en hombres y 7.000 en mujeres) en 2019 a 23.302 (14.652 en hombres y 8.650 en mujeres) en 2024. Esto supone un incremento medio anual de más de 1.260 nuevos casos en ese periodo, lo que refleja una tendencia alarmante asociada, en parte, a una inapropiada protección solar.

Cremas solares y filtros solares UV

Las cremas solares son esenciales para prevenir quemaduras solares, foto envejecimiento y reducir el riesgo de cáncer de piel. Para ofrecer esta defensa, los protectores solares incorporan en su formulación unas substancias llamadas filtros solares UV, que pueden ser orgánicos (químicos) o inorgánicos (minerales/físicos). Estos filtros actúan absorbiendo o reflejando la radiación UV, respectivamente. Existe una amplia variedad de filtros orgánicos, mientras que filtros minerales sólo hay el óxido de zinc (ZnO) y el dióxido de titanio (TiO2).

En el caso de los filtros minerales, las formulaciones pueden incluirlos en tamaño nanométrico, es decir, cuando al menos una de sus dimensiones es de entre 1 y 100 nanómetros (un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro). Para visualizarlo más fácilmente, hay que pensar que, un cabello humano tiene un grosor de aproximadamente 90.000 nanómetros. En ese tamaño, el TiO2 y el ZnO son transparentes a la luz visible (por eso no dejan la clásica capa blanca sobre la piel como lo hacen los que contienen partículas de mayor tamaño). Sin embargo, sus pequeñas dimensiones también plantean dudas y preocupación sobre su posible absorción a través de la piel o su impacto en organismos marinos, razón por la que se regulan y por ello, debe quedar reflejado en el etiquetado de los productos.

¿Cuántos filtros solares introducimos en el mar?

España recibe más de 85 millones de turistas al año, y buena parte del turismo se concentra en los cerca de 8.000 kilómetros de costas (INE). Especialmente en verano, millones de personas visitan diariamente nuestras playas, y la protección solar se convierte en un hábito masivo. Esto supone un reto para la sostenibilidad de nuestros ecosistemas costeros.

Cuando nos bañamos en el mar después de aplicarnos crema solar, parte del producto se libera en el agua, incluso aquellos resistentes al agua («waterproof») y lo podemos ver como esa estela de colores que se dibuja en la superficie del agua. Para estimar la cantidad de filtros UV que introducimos al mar en un verano cualquiera, hagamos un cálculo simple; considerando que cada persona usa unos 50 g de crema solar al día, sabemos que en promedio el 10% de esa crema contiene filtros UV y se liberan en el mar alrededor de un 30%. Esto indica que cada bañista introduce unos 1,5 gramos de filtros solares al agua por día. Sabiendo que alrededor de 1 millón de personas visitan las playas diariamente, se estima que entran en al mar 1.500 kg (1,5 toneladas) de filtros solares cada día, lo que equivale a tirar al mar 1.500 botellas de 1 litro llenas de crema solar; es como ver una pared de botellas alineadas a lo largo de la playa. Esta cifra, que considera únicamente nuestro país y un solo día, evidencia indiscutiblemente la magnitud del impacto en nuestros ecosistemas marinos y la importancia de adoptar alternativas más respetuosas con el medio ambiente.

Evidencias científicas

La contaminación por protectores solares está presente a nivel global. Esta forma de contaminación ocurre cuando los ingredientes de dichos productos contaminan el medio ambiente y alcanzan niveles tales que representan una amenaza; causan daños a las poblaciones y a las estructuras de las comunidades ecológicas.

Se han identificado filtros solares orgánicos en compartimentos ambientales, incluyendo agua de mar, cuerpos de agua dulce (acuíferos, ríos y lagos), influentes y efluentes de plantas de tratamiento de aguas residuales, piscinas, aguas subterráneas urbanas, agua potable, así como en muestras sólidas como sedimentos, arena de playa, suelos, lodos de depuradora y vegetales. En consecuencia, estos contaminantes también se han detectado en los tejidos de organismos acuáticos, incluyendo mejillones, almejas, crustáceos, anguilas, medusas, corales, plantas acuáticas (ej. posidonias), peces, erizos de mar, delfines y aves acuáticas.

Diversos filtros solares, incluyendo oxibenzona, octinoxato y octocrileno, se consideran tóxicos para plantas y algas. En peces, la toxicidad de estos ingredientes puede provocar alteraciones en el comportamiento, complicaciones en la fecundación y defectos en el desarrollo, toxicidad en múltiples órganos, así como cambios en la proporción de sexos. En los corales producen daños en el ADN, malformaciones, disrupción endocrina y blanqueamiento. Aunque los datos sobre toxicidad en anfibios son limitados, se sabe que estos contaminantes pueden causar efectos similares a los observados en peces, incluyendo toxicidad reproductiva y disrupción endocrina.

Asimismo, se ha observado la capacidad de bioacumulación y biomagnificación a lo largo de la cadena trófica acuática, transfiriendo la contaminación de madres a crías (a través de los huevos o la leche materna), o ascendiendo en la cadena alimentaria mediante el consumo de vegetales y otros organismos contaminados. Además, los efectos no se limitan al ecosistema: los seres humanos podemos ingerir indirectamente estos compuestos a través del consumo de marisco o pescado contaminado.

Legislación

A nivel europeo, los filtros solares se regulan a través del Reglamento (CE) Nº 1223/2009 sobre productos cosméticos, que requiere pruebas de seguridad para los ingredientes activos. En él se incluye la lista de los filtros UV permitidos y sus porcentajes máximos, cuya eficacia y seguridad humana han sido evaluadas por el Comité Científico de Seguridad de los Consumidores (SCCS). Sin embargo, los impactos ambientales no se contemplan explícitamente. En nuestro país, la entidad responsable del control y vigilancia de estos productos, en cumplimiento del Reglamento CE, es la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Afortunadamente, en Europa, actualmente se está discutiendo una posible revisión de las normativas para incluir aspectos de sostenibilidad ambiental. Un ejemplo de ello es Francia, donde están evaluando disminuir el porcentaje máximo permitido de octocrileno en la formulación de protectores solares.

Fuera de Europa, desde 2020 algunos destinos turísticos, como Hawái, y las Islas Vírgenes (USA), Palau, Tailandia o Bonaire han prohibido la venta y uso de protectores solares que contengan octocrileno, oxibenzona y octinoxato por sus efectos ecotoxicos.

¿Qué dicen las etiquetas?

Actualmente, no existe una certificación oficial ni un organismo regulador internacional que avale la etiqueta “reef-safe”, “amigable con el medio ambiente” o “respetuoso con los corales”, entre otros, en los productos de protección solar. Esta denominación es una estrategia de mercado para indicar que esos productos no contienen ciertos ingredientes químicos conocidos por ser perjudiciales para los ecosistemas marinos, especialmente los arrecifes de coral. Esto implica que los fabricantes pueden utilizar esta denominación sin la necesidad de cumplir con criterios específicos y someterse a evaluaciones por parte de organismos competentes. Esta falta de claridad y regulación en el etiquetado puede confundir a los consumidores y conducir a prácticas de “greenwashing”, promocionando productos como respetuosos con el medio ambiente sin un respaldo real.

La etiqueta “reef-safe” o equivalentes, suele estar presente en protectores solares que no contienen oxibenzona ni octinoxato, los cuales han sido identificados en numerosos estudios científicos como dañinos para organismos marinos.

En definitiva, aunque el etiquetado con referencias de seguridad ecológica puede ofrecer una orientación inicial para elegir los más respetuosos con el medio ambiente de entre la gran variedad de protectores solares en el mercado, es muy importante que los consumidores revisen detenidamente los ingredientes y se informen sobre las prácticas de los fabricantes.

Convivir con el sol de forma sostenible

La protección solar es indispensable, y también lo es la protección del medio ambiente. Solo podremos seguir disfrutando de las bondades del sol sin comprometer la salud del planeta mediante una visión integrada de salud pública y sostenibilidad ambiental, en línea con el enfoque «One Health». Por ello, para avanzar hacia una convivencia más saludable con nuestro entorno es imprescindible optar por protectores solares de menor impacto ecológico, hacer un uso responsable de estos productos y contribuir a fomentar el desarrollo de políticas públicas que regulen convenientemente tanto las formulaciones como el etiquetado. Además de eliminar progresivamente la contaminación, es necesario promover la educación de los consumidores, fomentar la innovación en los productos y fortalecer la gestión pública [1,2].

Referencias

[1] Exposición Solar Segura y Respetuosa con el Medio Ambiente. Guía para la ciudadanía. Granada: Observatorio de Salud y Medio Ambiente de Andalucía OSMAN Escuela Andaluza de Salud Pública. Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica. Consejería de Salud y Consumo; 2024. 5 p.  URI: http://hdl.handle.net/10261/391748

[2] Exposición Solar Segura y Respetuosa con el Medio Ambiente. Guía para profesionales. Granada: Observatorio de Salud y Medio Ambiente de Andalucía OSMAN Escuela Andaluza de Salud Pública. Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica. Consejería de Salud y Consumo; 2024. 5 p. URI: http://hdl.handle.net/10261/391751

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

[wpcode id="23736"]

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies